La literatura es una forma de resistirse al poder
Belén Gopegui: “La literatura es una forma de resistirse al poder”
La escritora española, que visitó Buenos Aires para participar del festival de literatura Filba, habla de su nueva novela, “Quédate este día y esta noche conmigo”.
Un maestro zen se para frente a su discípulo con un palo: "Si dices que el palo no existe", le dice, "te golpearé. Si dices que el palo existe, te golpearé. Si no dices nada, te golpearé". ¿Cuál es la alternativa?
Desde La escala de los mapas (1993) y a lo largo de casi 25 años de trayectoria, la escritora española Belén Gopegui explora en sus libros los diferentes mecanismos a través de los cuales uno podría hacer frente al desequilibrio en las relaciones de poder. Su nueva novela, que lleva el muy sugerente título Quédate este día y esta noche conmigo (Penguin), sigue ese camino. No se trata de amores, como uno podría imaginar, sino sobre el control que ejerce Google: el omnisciente, omnipresente y ubicuo Google.
Los protagonistas tienen poco en común: Olga es una empresaria de más de 60 años; Mateo tiene 22 y es ingeniero. Se conocieron de una manera fortuita y decidieron postularse juntos para trabajar en Google, pero lo hacen con una presentación irónica, revulsiva, completamente a contrapelo. No son tecnófobos —tampoco lo es Gopegui—; de hecho, Mateo es un apasionado por la robótica. Sucede que entienden que la única manera de quebrar el perfil de usuario/consumidor impuesto por Google se logra, como en la historia zen, rompiendo el contrato.Así como el discípulo tiene que cambiar las reglas impuestas por el maestro —hacerse con el palo o responder que el palo existe y no existe—, Olga y Mateo buscan cambiar las reglas de Google. Frente al límite de lo virtual envían un documento impreso; ante la brevedad obligatoria de los formularios, entregan un extenso "monólogo" escrito a cuatro manos; evaden etiquetas y encasillamientos presentando contenidos semánticos complejos.
"Los protagonistas", dice Belén Gopegui en diálogo con Grandes Libros, "se niegan a entrar en los códigos que nos imponen como usuario, consumidor o solicitante de trabajo. No es posible no hablar, pero por lo menos hay que hablar de otra forma. Creo que hay una susceptibilidad mayor cuando el control procede del Estado y, en cambio, nos abandonamos más cuando se trata de una plataforma como Google, Facebook, etc."
—En esta discusión, ¿cuál es el rol de la literatura?
—Hay un momento en el que expresamente se dice que lo que ellos quieren contarle a Google, que en teoría lo sabe todo, es todo lo que no sabe. Lo que está adentro de una narración no es fácilmente analizable. Si un ensayo es parecido a un modelo lineal donde cada frase tiene un valor, una novela sería un modelo no lineal. En una narración cada variable interactúa con otra y el resultado, tal como lo entiendo, no se puede obtener por leer frase a frase, sino que hay que hacer una serie de procedimientos para obtenerlo. Desde mi punto de vista, Google, al menos por ahora, no lo sabría hacer. Una cosa es lo que cuenta una historia y otra es lo que cuenta con lo que cuenta.
—¿El relato —la literatura— sería entonces aquello que humaniza?
—No tengo especial querencia hacia lo humano frente a lo no humano. Ni siquiera pienso que humanizar sea en sí misma una palabra positiva. A la vista está: no parece que seamos una especie de comportamientos éticos de gran nivel. Tenemos facetas interesantes y ciertas virtudes que podríamos desarrollar. Aquí no es tanto buscar lo humano frente a Google; me parece que la literatura es, en principio, una forma de resistirse al poder. Es difícil acceder a una narración.
—¿Cómo entra la violencia en tus novelas?
—El poder es uno de los temas que siempre me han preocupado y, desde mi punto de vista, el poder siempre tiene una raíz violenta. Incluso cuando no se muestra. No creo demasiado en el discurso actual sobre la importancia de "persuadir". La persuasión no está desligada de la violencia. Puedes utilizar la herramienta de la persuasión, pero porque sabes que detrás te ampara una cierta violencia. En el sector intelectual y literario creemos que podemos solo con las palabras, pero no es verdad. Cuando no tienen una fuerza detrás, las palabras son débiles.
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